Hervás: judios y conversos

Cartel La CalumniaEste fin de semana de calor agobiante hemos hecho una escapadita cultural a Hervás, municipio cacereño situado en el Valle del Ambroz, en la falda de la Sierra de Béjar, porque se celebraba la 17 edición de Los Conversos.

Como Extremadura, desde mi personal experiencia, es una tierra de acogida hacia los autocaravanistas, quiero empezar este posts, a diferencia de otros de escapadas, indicando dónde pernoctamos, por si a alguien le sirve de orientación y ayuda.

Siguiendo las recomendaciones en internet de algunos compañeros íbamos a aparcar y pernoctar a la entrada del pueblo, en la Avenida de la Reconquista, pero por falta de espacio lo hicimos en la calle Carpinteros (una calle paralela), un lugar tranquilo pero con poca sombra. Un vecino nos indicó que estaríamos mejor en la Avenida, que era algo más sombreada y que era la zona de aparcamiento habitual de autocaravanas. Esperamos un poco para ver si había suerte y al cabo de un rato conseguimos un hueco.Hervás pernocta

En la avenida hay un aparcamiento para vehículos y algunas plazas, al reguardo de los árboles, permanecen sombreadas prácticamente todo el día, algo que en esos días se hubiera agradecido mucho. Que estos sean los sitios más solicitados junto con lo cortas que son estas plazas y su reducida altura, debido a las ramas de los árboles, limita el aparcamiento de muchas autocaravanas. Así pues, como no hubo suerte con estas plazas, aparcamos junto a los jardines y apartados de la sombra, sufriendo el tórrido calor.

Del sitio comentar que aunque está bien presenta los siguientes problemillas, al estar junto a una zona ajardinada, los lugareños en esta fechas hacen buen uso de él hasta bien entrada la noche, algo totalmente justificado e insignificante, pero el sábado, no sé si eso es norma o coincidencia, la música «bacalaera» y el botellón que se celebraba en el cercano parque nos acompañó hasta altas horas de la madrugada. Menos mal que las niñas estaban agotadas y por lo menos ellas cayeron rendidas en los bazos de Morfeo y ni se enteraron.

Hervás se engalana para acoger las jornadas

Hecho este inciso centrémonos en el motivo de nuestra visita. La celebración de las jornadas de promoción turística e identitaria de la villa de Hervás: Los Conversos. Este acontecimiento popular, que cuenta con la participación activa de los ciudadanos del municipio en los actos que se realizaban durante el fin de semana, se lleva celebrando desde 1997 todos los meses de julio, y tiene en la nocturna representación teatral a orillas del río Ambroz su acto principal. Se puede decir que es un pequeño homenaje que el municipio de Hervás dedica a los judíos y la impronta que dejaron, huella que perdura y se perpetua en nuestros tiempos a través de su atractivo y bien cuidado barrio judío, seña de identidad de esta población.

Los Conversos. Representación teatral popular

Como en años anteriores y de la mano del dramaturgo Miguel Murillo, la pieza teatral que se representó trataba de recordar y reconstruir los hechos y acontecimientos que acontecieron tras la aprobación del edicto de conversión y expulsión de los judíos de España en la villa de Hervás, lugar donde los judíos era una comunidad numerosa e importante. Una buena ocasión para conocer la forma de vida, costumbres y comportamientos del pueblo y sus gentes en tiempos de los Reyes Católicos, hablamos del siglo XV y primera mitad del XVI.

Los Conversos. Representación teatral a orillas del río Ambroz

En esta ocasión la obra La Calumnia basada en la leyenda de Hervás «La forma profanada», en la que se contaba cómo tras el edicto de conversión algunos paisanos, envidiosos, buscavidas e insensibles ante el sufrimiento de sus vecinos de origen judío, cegados por el ansia de obtener prestigio, tierras y posición mediante la fuerza y la mentira, diseñan un plan: acusar a los judíos de un vil sacrilegio contra uno de los mayores símbolos de la fe católica, la sagrada forma. La roban y ante la Santa Inquisición relatan que han sido testigo de las mayores atrocidades que pueden imaginarse cometidas por parte de los judíos: que les han visto escupirla, hervirla en una olla a la vez que orinaban sobre ella… A mí me recordó otros acontecimientos de nuestra historia negra: la persecución de brujas y aquelarres, la guerra civil y otros conflictos en los que la mentira y la indignidad es la mejor arma para mantener viva la llama del odio y la injusticia sin razón.

La Calumnia. Uno de los momentos estelares de la representación

Aunque la obra estaba bien montada (la parte teatral se acompañaba con otra musical: una pequeña “orquesta de cámara” y un coro para adornar y completar algunos momentos narrativos de la obra) y contaba con una cuidada iluminación y ambientación, resultó un poco larga y agotadora, debido a su excesiva duración, dos horas, y la lentitud en algunos actos y transiciones, y a que en una obra de esta enjundia no es suficiente con la buena disposición y voluntad de la mayor parte de los actores para garantizar su éxito. Curiosamente quienes mantuvieron una mayor atención e interés fueron las niñas, atraídas por esa historia de amores inquebrantables y rencores ancestrales. Su curiosidad no terminó al acabar la obra, querían saber el destino de la única pareja que consiguió escapar al desdichado y atroz final, una pareja de jóvenes enamorados, y no hacían más que preguntarnos.

La Calumnia. Orquesta de cámara

La Calumnia. Saludo final

Además de esta obra en Hervás se celebraban otros actos como el Mercado en el Barrio Judío el sábado. Mercado para el que el barrio judío se engalanaba y se llenaba de puestos ambulantes, muchos de ellos improvisados por los propios vecinos, quienes, ataviados con trajes de época, mostraban y vendían productos de la tierra: cerezas, dulces, licores…, artesanía hecha con corcho, madera, hierro… y cervezas, vinos y refrescos en bares y tabernas. Todo ello en un ambiente de fiesta en el que actores, con sus pasacalles y actuaciones de calle, animaban a los muchos visitantes que deambulábamos por el zoco en que se convirtió este barrio. Asimismo y con motivo del concurso de pintura rápida que se celebraba esa mañana, en sus calles y rincones podías toparte con pintores, que con sus caballetes y pinceles, trataban de inmortalizar paisajes y personas. Un ambiente colorista y lúdico en un marco muy acogedor.

Ambientación teatral en el Mercado del Barrio Judío

Como el calor era agobiante se hizo necesario una pausa para un buen refrigerio y un placentero remojo en las frías aguas del río Ambroz.

Río Ambroz a su paso por Hervás

Después de una larga y agotadora mañana, y debido a que el calor no daba tregua decidimos pasar la tarde del sábado en las piscinas municipales, refrescándonos y retomando fuerzas, antes de asistir a la noche, frescos y descansados, a la representación teatral.

Hervás. Piscinas municipales

El domingo, como el calor persistía, un pequeño paseo y piscina  antes del obligado regreso a casa.

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